Azul y rojo

El amor es de gatos. 
Porque los perros son muy apegados, son muy cariñosos y tienden a no pensar; si no a vivir el momento. Envuelven su corazón en papel de regalo por caprichos utópicos, se atan la soga al cuello esperando que el gato se canse y la jale (si es el caso), entregan su vida en una garra y entregan la daga que puede matarlos en la otra. En cambio los gatos piensan más, se reservan siempre para después, se quieren pero no siempre andan demostrándolo y yo creo que debe ser una mierda ser un gato, yo no podría guardar las cosas que siento, empezaría a retener energías dañando el ciclo natural de mi vida, prolongando la luna nueva. Llegué a pensar en que era un gato, pero un gato raro, un gato perro, aunque a fin de cuentas estoy entre los cánidos y me siento yo en un treinta por ciento en el lado de los perros. Si, claro que si, porque los perros se acongojan cuando sienten que su amor no está siendo correspondido, los perros no  tienen miedo ni ven nada de malo en el no pensar antes de actuar, los perros siguen sus más puros instintos de supervivencia pero por amor escogen la muerte. El amor no es de gatos, realmente todo es cuestión de percepción. 
Y es que,
Los gatos no se imaginan lo fuertes que son nuestros sentimientos; pero eso si, saben jugar al amor con sus nueve vidas, por seguro les tomara dos o tres vidas para aprender las jugadas y dejar de ser perros; no ganan el juego nunca pero se divierten con él y no pagan precios tan altos. Los perros mueren en su inmortalidad; pagando la deuda impagable con la vida. 
Una vez que se ama, no hay vuelta atrás. Se plasmará el amor en el lienzo eterno de la persona. 

Así que por lo tanto: 

Amo a un perro y eso fue rosa-naranja con aroma coco-limón. 
Amo a un gato y eso fue turquesa-vino tinto con aroma a rayos de sol polvorientos. 

¿Y tú?
¿Eres un perro o un gato?

Todos los gatos esconden a un perro lastimado tras sus bigotes. 

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