Lluvia

Cada gota es un deseo, su sonido retumba en mi cabeza como si fuera un trueno estremecedor que en lugar de inquietarme, me calma. El frío de la lluvia nocturna, la bruma, representa el misterio que se esconde y no puedo dejar de perseguir. El negro del cielo se deja aclarar con las estrellas que arden como nunca en esta noche de antaño, siento de nuevo que soy afortunado de contar con la tristeza misma de mi lado, cuánta habladuría... ¿Quedará impune?

Las almas más afligidas vagan bajo el cielo que se cae, tratando de sumirse más hacia el fondo, sin embargo la lluvia no los va a enterrar, la lluvia los ayudará a flotar, a su tiempo. Cada gota es un latido de mi corazón delator, que ama escucharse hablar, que es tan infantil.

La lluvia es serenidad para el alma, una distracción para la mente y la respiración para el espíritu.

Es sobrecogedor, su presencia en todas sus combinaciones hace un escenario perfecto para que la imaginación vuele, tal vez elevando el grado de toxicidad para el ser, droga. 

La paz es una con lluvia, un torrente efiterno de pensamientos y canciones; arrullo o insomnio da igual ahora, porque ahora lo único que importa es escucharnos, desatar la mantra para dejar de ser uno con el cuerpo y empezar a ser con la energía natural, el frío despierta, aviva, pero no es el caso de la pasión fuego lo desvanece e irremediablemente termina apagándolo, pero eso acaba, la meditación termina y para eso tampoco hay solución: cuando el aroma de la persona que nos inquieta se asoma por la ventana y cómo un veneno nos hace delirar, en un mundo junto a ella. 

Trap me, ¡burn me!
Russelia equisetiformis 

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