Ciclo lunar
Ah la vida, muchos dicen saber cómo vivirla, otros solamente la dejan pasar... Infinidad de modalidades, cada una con sus respectivas ventajas y desventajas.
Desde mi punto de vista la vida se trata de un sube y baja, de un ciclo lunar, del paso de las dunas por el desierto.
A veces estamos arriba, en nuestro ápice, donde creemos que podemos alcanzar la felicidad y aferrarnos tanto que fantaseamos con que siempre estará allí; pero la verdad es que para que haya felicidad, primero tiene que haber ausencia de ésta que no necesariamente debe ser traducida en tristeza. Algunas otras veces en cambio, estamos abajo y creemos que todo anda mal desde hace tiempo, y puede que haya cierta razón en ello pero eso depende de qué tan bien se comprenda la naturaleza del ciclo para no convertirlo en un bucle de desgracia.
La realidad debe verse tal y cómo es para evitar el sufrimiento, si alguna vez estamos mal, hay que tranquilizarse de saber, que en alguna parte del futuro estos tiempos cesarán, la distancia depende únicamente en el qué tan bien se aproveche el ahora, ya que es el único momento que tenemos para realizar un cambio interno que como consecuencia traerá un cambio en nuestro alrededor.
No hay nada cómo poder sentir, sentirlo todo; sin embargo muchas personas han decidido quemar sus sentimientos y ahora andan por la vida chamuscados y grises, pese a esto la esperanza yace muy muy escondida, con un poco de luz, solamente con una chispa de luz, luz propia, todos los sentimientos se verán restaurados casi por completo, los cambios son increíbles y la felicidad se hallará de nuevo al alcance, porque ya estuvimos en la etapa más profunda del ciclo, a la que si jugamos bien con las lecciones aprendidas, nunca regresaremos.
En los momentos donde la luna esté escondida, en medio de la oscuridad hasta la sombra de nuestra silueta se irá y en la completa soledad hay que aferrarse a las convicciones adquiridas a lo largo de la luna llena.
Desde mi punto de vista la vida se trata de un sube y baja, de un ciclo lunar, del paso de las dunas por el desierto.
A veces estamos arriba, en nuestro ápice, donde creemos que podemos alcanzar la felicidad y aferrarnos tanto que fantaseamos con que siempre estará allí; pero la verdad es que para que haya felicidad, primero tiene que haber ausencia de ésta que no necesariamente debe ser traducida en tristeza. Algunas otras veces en cambio, estamos abajo y creemos que todo anda mal desde hace tiempo, y puede que haya cierta razón en ello pero eso depende de qué tan bien se comprenda la naturaleza del ciclo para no convertirlo en un bucle de desgracia.
La realidad debe verse tal y cómo es para evitar el sufrimiento, si alguna vez estamos mal, hay que tranquilizarse de saber, que en alguna parte del futuro estos tiempos cesarán, la distancia depende únicamente en el qué tan bien se aproveche el ahora, ya que es el único momento que tenemos para realizar un cambio interno que como consecuencia traerá un cambio en nuestro alrededor.
No hay nada cómo poder sentir, sentirlo todo; sin embargo muchas personas han decidido quemar sus sentimientos y ahora andan por la vida chamuscados y grises, pese a esto la esperanza yace muy muy escondida, con un poco de luz, solamente con una chispa de luz, luz propia, todos los sentimientos se verán restaurados casi por completo, los cambios son increíbles y la felicidad se hallará de nuevo al alcance, porque ya estuvimos en la etapa más profunda del ciclo, a la que si jugamos bien con las lecciones aprendidas, nunca regresaremos.
En los momentos donde la luna esté escondida, en medio de la oscuridad hasta la sombra de nuestra silueta se irá y en la completa soledad hay que aferrarse a las convicciones adquiridas a lo largo de la luna llena.
Vivan y sonrían, ese placer es el regalo divino.
A blessed dreamer
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