Carta de despedida.

Dos errores graves: el decirme que querías estar conmigo para toda la vida, sabiendo que no era así, y decirme, en el momento en que ya no estabas conmigo, aunque yo no lo supiera aún, que no te olvidara jamás, debiste dejarme ir; jugaste conmigo y ahora sé, que debí mantener los ojos abiertos cuando nos besamos por primera vez, te entregué mi mundo y solo me utilizaste para sacar un clavo, que tan incrustado, me rompió y no serví para el único propósito que me diste, duele y al parecer no te importa...

¿Es todo mi culpa?
Caíste en la ilusión en la que habías estado viviendo a escondidas
¿Debería culparte al final?
¿Pensaste que con mi amor tus heridas sanarían completamente?
¿Será mi culpa?

Te entregué en una mano mi corazón, y en la otra un puñal, ¿Qué esperaba que pasará?

Ahora el sueño se ha terminado.

Estaré bien.

La bruma del olvido

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