Un universo
Esta es una de las pocas veces en las que me siento a escribir y no me encuentro triste o preocupado. Esta vez hablaré de algo que ha cambiado mi vida, que me ha brindado bellos momentos y lucidez en momentos duros; puede que este no sea el lugar correcto para esto, pero está tan dentro de mi que lo plasmaré aquí, para recordar, para que la gente sepa un poco más de mi.
El control biológico cambió mi vida, pasé de ser brújula sin saber a donde apuntar a una línea firme y recta hacía un propósito que tiene final: amar la vida y ayudar a las personas.
El control biológico no es una simple técnica como lo ve mucha gente, es una infinidad de interacciones ecológicas que acontecen en un ecosistema y tienen una serie de consecuencias positivas y negativas para el ser humano, es el proceso por el cual las poblaciones se regulan y sus efectos en el ambiente tienen mayor o menor impacto y como esos efectos le van a afectar a las poblaciones humanas.
El control biológico es amor por el prójimo, amor por los seres vivos, amor por el conocimiento profundo, amor por plantear leyes.
Amor por uno mismo.
La base ecológica que hay que saber para poder dominar el control biológico es casi imposible en una vida, cada interacción, aunque parezca pequeña es engañosa, puede ser la respuesta que tanto se ha necesitado.
Una de mis arañas favoritas, de la familia Tetragnathidae, Leucauge.
Me he preguntado mucho tiempo, ¿cómo es que las avispas parasitoides reconocen a los hospederos?
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