Dark matter

Todos hemos pasado por momentos difíciles en la vida y cada quien elige a sus verdugos. Lo que no se puede elegir es el propósito, el deseo y el color.

Ya ha pasado más de un año. 

Suelen ser estas fechas en las que me cuestiono y me autoevalúo; qué ha cambiado, en qué he cambiado, donde estoy y siempre es lo mismo, gritos silenciosos, pelos de punta y mirada culposa. Lágrimas incontrolables recordando el adiós tan amargo que me dieron hace más de un año. Es una sensación melancólica que se apodera de mis manos y me hacen escribir estas palabras, que ni suenan bien, si se ven bien, ni me hacen sentir bien. Son las hojas que vuelan al caer, cuando sopla el viento del atardecer y se secan en el suelo. Hacen un ruido placentero al ser pisadas y abandonadas, como todo en mí. Me he convertido en un elemento desechable para la vida de los demás. 

Añoro un propósito y hay bastantes personas que requieren de un idiota útil en sus vidas. 

¿Cuál es el propósito verdadero? 

Estamos condenados a nuestro destino. 

Ojos vacíos en el éter, con la mirada llena, rebosante de expectativa, esperando el momento exacto para voltear, sabiendo que se van a decepcionar. 

¿Por qué nos hacemos esto? ¿Por qué nos adaptamos de esta manera? No podemos dejar los deseos en el olvido o simplemente desear otra cosa. ¿No es suficiente suplir las necesidades? ¿Siempre será necesario buscar más allá? Es imposible querer lo que uno quiere, está predestinado y ese deseo enfermizo nos conduce a realizar, a cambiar, a dañar y a reparar. 

Dentro de cada uno de nosotros hay fracciones de oscuridad, que van creciendo cada vez más, es por eso que a medida que va avanzando nuestro tiempo las cosas se ven más alcanzables, somos capaces de más por lo que queremos. En lugar de madurar ¿Nos haremos más inmaduros cada vez?

Los recuerdos son el vivo ejemplo de nuestra incapacidad de soltar. Nos hacemos daño recordando, explorando los rincones de la mente donde descansan los momentos felices y no somos capaces de borrarlos, no estamos diseñados para eso. ¿Acaso será nuestra misión recordar? Proyectar esas imágenes en el escenario de la mente, crean un sentimiento efímero y lúgubre del que, al salir, nos duele. Somos adictos a la felicidad y que fácil es caer y conseguirla. 


Tengo muy mala memoria, no es uno de mis dones ni de lejos, pero los colores y las formas, la textura de la piel y el olor a hierbas, cabellos rojos sobre mi ropa y dolor en mi cara de tanto sonreír. Lo recuerdo como si hubiera sido hace un par de horas. No quiero esto, realmente solo quiero apagar la luz y no volver a escuchar los gritos de mi memoria, solamente quiero ser libre y despertar de una vez por todas. 

Las opciones se agotan, el tiempo pasa y me estoy quedando atrás. 

El deseo, el propósito, es la maldición de cada uno. 

¿Habré importado? ¿Seré recordado? Qué preguntas tan humanas. 

Realmente estoy dispuesto a todo para olvidar. Ya no quiero extrañarte Al. Ya no quiero extrañarte más.

Eres mi último aliento. 

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